El Legado Imperecedero De ‘El Último Emperador’ De Bertolucci

Bertolucci en la Ciudad Prohibida: El Legado Imperecedero de ‘El Último Emperador’ y la Deconstrucción de un Monarca

Tiempo estimado de lectura: 12-15 minutos

Puntos Clave:

  • El Último Emperador de Bernardo Bertolucci es una epopeya cinematográfica que deconstruye la identidad y el poder de Pu Yi, trascendiendo la biografía para convertirse en una meditación universal.

  • La película destaca por su acceso sin precedentes a la Ciudad Prohibida y su colaboración internacional, marcando un hito en la producción fílmica con una autenticidad visual inigualable.

  • Explora temas universales como el aislamiento, la manipulación política, el choque entre tradición y modernidad, la identidad y la dolorosa búsqueda de redención de un monarca.

  • Su virtuosismo técnico, con la deslumbrante cinematografía de Vittorio Storaro y la icónica banda sonora de Ryuichi Sakamoto, David Byrne y Cong Su, es una obra maestra visual y auditiva.

  • Más allá del espectáculo, el film ofrece una profunda re-evaluación del poder y la identidad, con un impacto cultural significativo y un legado duradero en la historia del cine.

En el vasto lienzo de la historia del cine, hay obras que no solo capturan un momento histórico o una figura trascendental, sino que se convierten en hitos por derecho propio, redefiniendo los límites de la producción cinematográfica y el análisis cultural. El último emperador (1987), la majestuosa epopeya dirigida por el maestro italiano Bernardo Bertolucci, es una de estas obras. Más de tres décadas después de su estreno, y tras haber barrido con nueve premios Óscar, incluyendo Mejor Película y Mejor Director, esta monumental producción sigue resonando con una profundidad y una relevancia que trascienden el mero espectáculo histórico. Lejos de ser una simple biografía, la película es una deconstrucción implacable de la identidad, el poder y la inevitable colisión entre el individuo y las fuerzas imparables de la historia.

Nuestro análisis busca desentrañar cómo Bertolucci, con una visión audaz y un acceso sin precedentes a la Ciudad Prohibida, no solo narró la vida de Pu Yi, el último emperador de China, sino que la transformó en una meditación universal sobre el encierro —físico, psicológico y cultural—, la manipulación política y la dolorosa metamorfosis de un dios viviente en un hombre común. Reexaminaremos su audacia temática, su deslumbrante virtuosismo técnico y su innegable impacto cultural en un mundo en constante cambio.

El Contexto de una Epopeya Impensable: Bertolucci y la Apertura de China

Bernardo Bertolucci (1940-2018) fue un cineasta cuya obra siempre estuvo marcada por una profunda inquietud política, una estética suntuosa y una exploración audaz de la psicología humana, a menudo en el telón de fondo de convulsiones sociales. Desde El conformista (1970), una obra maestra sobre la psicología del fascismo, hasta la épica Novecento (1976), que abarcaba medio siglo de historia italiana, Bertolucci demostró una capacidad única para fusionar lo íntimo con lo grandioso, lo personal con lo político. Su mirada siempre fue compleja, sin temor a la ambigüedad moral de sus personajes.

La génesis de El último emperador fue tan ambiciosa como el resultado final. En la década de 1980, China, aunque en proceso de apertura, seguía siendo un enigma para Occidente. La idea de rodar una película de gran presupuesto dentro de la Ciudad Prohibida, el ancestral corazón del poder imperial chino, parecía una quimera. Sin embargo, Bertolucci, con su equipo y con un meticuloso trabajo diplomático, consiguió el permiso. Este hecho no solo representó una hazaña logística y política, sino que confirió a la película una autenticidad visual y una escala que ninguna otra producción occidental había logrado antes, o ha logrado desde entonces en ese recinto sagrado. La colaboración internacional (China, Italia, Reino Unido, Francia) fue, en sí misma, un puente cultural, un reflejo de los temas de la película.

La película se sitúa en un periodo de turbulencia inimaginable para China, que transita de una dinastía milenaria a la república, la ocupación japonesa y, finalmente, el comunismo. La vida de Pu Yi se convierte así en una micro-historia de la macro-historia china del siglo XX, un individuo arrastrado por corrientes que no puede controlar, pero cuyas decisiones, por mínimas que parezcan, tienen consecuencias devastadoras.

La Deconstrucción de un Dios: Análisis Narrativo y Temático

El corazón narrativo de El último emperador es la fascinante, y a menudo trágica, odisea de Pu Yi (interpretado por John Lone en su adultez y Richard Vuu/Tao Wu en su infancia/adolescencia). La estructura de la película es brillante: alterna entre el presente (1950s), donde un Pu Yi maduro es prisionero en un campo de reeducación comunista, y los flashbacks que trazan su vida desde su coronación a los tres años. Esta yuxtaposición no es meramente cronológica; es temática. El Pu Yi del presente, despojado de todo, obligado a confrontar sus errores y a redefinir su identidad, es quien nos guía a través de los recuerdos de su pasado glorioso y solitario. Este dispositivo narrativo subraya la tesis central de la película: la identidad no es estática, sino una construcción maleable por las circunstancias y la autoconciencia.

Aislamiento

La temática del aislamiento es palpable desde los primeros minutos. Pu Yi es «el dueño de diez mil años», pero también un niño encerrado en una jaula de oro, separado de su madre y rodeado de eunucos y rituales vacíos. Su tutor, Reginald Johnston (un magnífico Peter O’Toole), es la única ventana al mundo exterior, a la modernidad que avanza implacable mientras él permanece prisionero de la tradición. Esta burbuja de cristal se rompe violentamente con su expulsión de la Ciudad Prohibida, un momento de liberación y pavor.

Poder y la Impotencia

El poder y la impotencia son otro eje fundamental. Pu Yi es, nominalmente, la figura más poderosa de China, «el Hijo del Cielo», pero en realidad, es un títere desde su infancia. Es manipulado por sus propios cortesanos, por los caudillos republicanos, y más tarde, de forma más cruel, por los japoneses, que lo instalan como emperador de Manchukuo. Su búsqueda de restaurar su gloria imperial lo lleva a convertirse en un instrumento de la opresión, un error del que solo puede redimirse a través del proceso de reeducación, que lo obliga a enfrentar su colaboración y su ceguera.

Choque entre Tradición y Modernidad

La película también explora el choque entre tradición y modernidad. La decadencia de la China imperial, los esfuerzos fallidos de Pu Yi por modernizar su corte, y la inevitable llegada de la revolución comunista, son telones de fondo para su propia lucha interna. Su evolución personal, desde la arrogancia imperial hasta la humildad de un jardinero, es un microcosmos de la transformación que experimenta toda China.

La Reeducación

La reeducación en la prisión es presentada no como un simple lavado de cerebro, sino como un proceso doloroso de autorreflexión y deconstrucción de una identidad falsa, culminando en su redención al reconocerse como un ciudadano más.

Sinfonía Visual y Auditiva: Análisis Técnico y Estilístico

La grandiosidad temática de El último emperador no habría sido posible sin el virtuosismo técnico que la acompaña. La dirección de Bertolucci es una clase magistral de cómo la forma sirve al contenido. Su estilo es a la vez épico e íntimo. Los vastos planos de la Ciudad Prohibida, con miles de extras vestidos con trajes auténticos, transmiten la inmensidad del poder imperial y la soledad de su ocupante. Pero Bertolucci también se detiene en los pequeños gestos, en las miradas de los personajes, revelando la fragilidad humana detrás de los rituales.

Cinematografía de Vittorio Storaro

La cinematografía de Vittorio Storaro es, sin exagerar, una de las mayores proezas visuales en la historia del cine. Storaro, un colaborador habitual de Bertolucci, emplea una paleta de colores y una gestión de la luz que no solo embellecen la pantalla, sino que narran la historia por sí mismas. El oro y el rojo vibrantes de la Ciudad Prohibida representan la opulencia y el encierro dorado de Pu Yi. A medida que su poder se desvanece, la luz se vuelve más tenue, los colores se apagan, reflejando su decadencia y su confinamiento. En la secuencia de Manchukuo, los tonos grises y ocres dominan, simbolizando la manipulación y la guerra. Finalmente, en el campo de reeducación, la luz es cruda y natural, despojando al emperador de cualquier artificio. Storaro utiliza el formato de pantalla ancha (Panavision) para crear composiciones pictóricas que son tanto majestuosas como reveladoras de la insignificancia del individuo frente a la historia.

Montaje de Gabriella Cristiani

El montaje de Gabriella Cristiani es fundamental para la fluidez y el impacto emocional de la película, tejiendo de manera magistral los diferentes períodos de la vida de Pu Yi. Las transiciones entre el presente de la prisión y los flashbacks son suaves pero cargadas de significado, permitiendo al espectador comprender la evolución interna del personaje y la resonancia de su pasado en su presente.

Banda Sonora

La banda sonora, una colaboración legendaria entre Ryuichi Sakamoto (quien también interpreta al General Amakasu), David Byrne y Cong Su, es otro pilar fundamental. La fusión de melodías tradicionales chinas con sintetizadores occidentales y arreglos orquestales crea una atmósfera única que es a la vez exótica y universal. La música no solo acompaña la acción, sino que se convierte en un personaje más, reflejando el choque cultural y las emociones de Pu Yi. El tema principal, con su melancolía y grandeza, es inolvidable y ha trascendido el propio film.

Diseño de Producción y Vestuario

El diseño de producción de Ferdinando Scarfiotti y el vestuario de James Acheson son sencillamente impecables, recreando con una precisión asombrosa el esplendor de la corte Qing y la evolución de la moda a lo largo de las décadas. Cada detalle, desde los intrincados bordados de los trajes imperiales hasta la arquitectura restaurada de la Ciudad Prohibida, contribuye a la inmersión total del espectador en la época.

Re-evaluación Crítica: Más Allá del Espectáculo

Más allá de su deslumbrante fachada visual y su precisión histórica, El último emperador se erige como una obra de crítica profunda y re-evaluación del poder y la identidad. Su mayor logro no es solo mostrar la vida de Pu Yi, sino deconstruir el mito del emperador para revelar al hombre vulnerable y moldeable que había debajo. La película no glorifica el pasado imperial, ni demoniza totalmente al comunismo (aunque retrata el proceso de reeducación con su rigor inherente), sino que se enfoca en el viaje personal de un hombre que debe encontrar su humanidad en las ruinas de su divinidad.

La crítica original de la película a menudo se centró en su escala y belleza. Sin embargo, su relevancia actual reside en su mensaje sobre la fragilidad del poder, la relatividad de la identidad y la capacidad de la persona para cambiar y redimirse. En una era donde las figuras públicas son constantemente escrutadas y donde la narrativa personal se entrelaza con la política, la historia de Pu Yi resuena con una nueva fuerza. Nos invita a cuestionar cómo las estructuras de poder nos definen y cómo, a su vez, podemos trascender esas definiciones para encontrar una verdad más auténtica de nosotros mismos. Bertolucci, con su habitual mirada ambivalente, nos ofrece un protagonista complejo, ni héroe ni villano absoluto, sino un ser humano atrapado en la encrucijada de la historia.

Impacto Cultural y Legado Duradero

El impacto de El último emperador fue inmediato y profundo. Su victoria en los Óscar no solo consolidó la estatura de Bertolucci como uno de los grandes directores de su tiempo, sino que también abrió la puerta a una nueva ola de producciones épicas internacionales. Fue una de las primeras películas en mostrar una China en transformación a una audiencia global, desmitificando parcialmente un país que había permanecido aislado durante décadas. La película se convirtió en un puente cultural, demostrando la posibilidad de contar historias chinas desde una perspectiva occidental respetuosa y detallada, sentando un precedente para futuras colaboraciones.

Su influencia se puede ver en la forma en que otras epopeyas históricas y dramas biográficos han abordado la escala y la intimidad. La banda sonora es, por sí sola, un clásico reconocido, y la cinematografía de Storaro sigue siendo un estándar de oro para los directores de fotografía. Más allá de los premios y la influencia técnica, el verdadero legado de El último emperador reside en su capacidad para obligarnos a reflexionar sobre la historia, el destino y la constante redefinición de lo que significa ser humano frente a fuerzas monumentales. La imagen final de Pu Yi visitando su antiguo trono como un turista más, con el cricket en su mano, es una de las metáforas más poéticas y poderosas sobre la fugacidad del poder y la resistencia del espíritu humano.

Conclusión: El Espectáculo de la Redención

El último emperador de Bernardo Bertolucci no es solo una película; es una experiencia inmersiva en la historia y la psique humana. Es un testimonio del poder del cine para educar, emocionar y provocar la reflexión. Desde el majestuoso despliegue visual de la Ciudad Prohibida hasta la introspección silenciosa de Pu Yi en el campo de reeducación, cada elemento de la película está al servicio de una narrativa que desafía la simplicidad y abraza la complejidad.

El film permanece como una obra cumbre del cine, un drama biográfico que trasciende las etiquetas para convertirse en una profunda meditación sobre el aislamiento, el poder, la manipulación y la eventual búsqueda de redención. Su brillantez técnica, su osadía narrativa y su resonancia temática aseguran que El último emperador continuará siendo una pieza esencial en el canon cinematográfico, una película que no solo observa la historia, sino que nos invita a interrogarla, a sentirla y, en última instancia, a comprender la incesante danza entre el destino del individuo y la corriente imparable del tiempo.

Preguntas Frecuentes

¿Quién dirigió la película «El Último Emperador» y cuándo fue estrenada?

La película fue dirigida por el maestro italiano Bernardo Bertolucci y estrenada en 1987.

¿Qué premios Óscar ganó «El Último Emperador»?

La película barrió con nueve premios Óscar, incluyendo Mejor Película y Mejor Director.

¿Qué hizo única a la producción de «El Último Emperador» en términos de locación?

Fue la primera producción occidental de gran presupuesto en obtener permiso para rodar dentro de la Ciudad Prohibida de China, lo que le otorgó una autenticidad visual sin precedentes.

¿Cuál es la temática central que explora la película a través de la vida de Pu Yi?

Explora la deconstrucción de la identidad, el poder, el aislamiento (físico, psicológico y cultural), la manipulación política, el choque entre tradición y modernidad, y la dolorosa metamorfosis de un monarca en un hombre común.

¿Quiénes fueron los principales colaboradores en la banda sonora de la película?

La legendaria banda sonora fue una colaboración entre Ryuichi Sakamoto (quien también actuó en la película), David Byrne y Cong Su.